lunes, 12 de marzo de 2012

Los resultados queremos resultados: enfoque de los presupuestos gubernamentales

En realidad, el presupuesto gubernamental abarca todo el sector público y debería presentarse en términos consolidados.

Para la planificación de las cuentas presupuestarias, la doctrina ha considerado cuatro grandes ejes de preparación que debieran considerarse como los cuatro propósitos fundamentales de dichas cuentas:

· Primero. Deben estructurarse de manera que faciliten el análisis de los efectos económicos y sociales de las actividades de gobierno.

· Segundo. Las cuentas deben facilitar la formulación de los programas que elaboran los proyectos para cumplir sus funciones.

· Tercero. Las cuentas presupuestarias deben contribuir a una expedida ejecución del presupuesto.

· Cuarto. Las cuentas presupuestarias deben facilitar la contabilidad fiscal.

Sin embargo, en la práctica operacional, los presupuestos en las entidades públicas, aún alineados por programa y asignación de objetivos y metas en planes operativos segmentados, siguen en realidad trabajando sobre bases de objeto del gasto a la manera de medición de ahorros y considerando normativas de ejecución presuntamente “muy estrictas” que buscan el objetivo de ejercer las partidas de presupuesto de la forma más transparente y abierta posible.

Dentro de un marco jurídico y normativo cada vez más complejo, los presupuestos sobre ajuste al gasto centran su enfoque en algunos ejes de control particular:

1. equilibrar las finanzas públicas (no gastar lo que no se tiene)

2. economizar (documentar los procesos de adquisición y adjudiciación hacia la opción más barata).

3. Reportar objetivos cumplidos en programas de trabajo.

El probema es que mantener el enfoque en estos objetivos ha generado una terrible sobre regulación y burocracia que a su ven encarece la operación administrativa cotidiana, al mismo tiempo de que no se ha logrado detener la corrupción y el fraude de funcionarios cuando se trata de manejar recursos públicos. En realidad toda la normatividad ha tenido el efecto de encarecer mucho el gasto pues hoy se tiene que cotizar muy alto al Gobierno para estar en condiciones de poder “repartir” diezmos, cubrir bastos de personal, contralorías, vigilancia y fiscalización.

Si bien es cierto que sobre todo en el Gobierno Federal, se han logrado avances muy importantes en el ejercicio de los prespuestos públicos con estartegias novedosas de adquisición como las subastas invertidas; la verdad es que a nivel estatal y municipal muy poco se ha avanzado y menos todavía se ha logrado. Conocemos de espelusnantes casos de corrupción y abuso de poder, peculado y prácticas de colusión en perjuicio del erario público de parte de funcionarios, entes privados y cualquier cantidad de terceros involucrados.

La verdadera solución a estos graves problemas estructurales en el ejercicio de la función pública está en el enfoque presupuestal sobre bases de resultados. La regulación presupuestal en entes gubernamentales debe pasar de la rendición de cuentas tradicional que se basa en la documentación evidenciada de normas y procedimientos adjudicatorios, a la medición comparativa de indicadores de gestión universales y medibles sobre datos financieros y operativos generados a la luz de contabilidades integrales.

Ante la entrada en vigor de la Ley General de Contabilidad Gubernamental, tendremos en pocos años un sistema integral de cuentas y reportes financieros para todos los entes públicos en el país. Este sistema debe incluir en forma mucho más énfatica, un grupo de normas que permitan establecer indicadores de gestión universales y comparables, para que en un ejercicio de verdadera transaparencia, el cuidadano de a pie pueda observar como se comportó un grupo de gobernantes en un Municipio, Estado, o entidad para estatal al llegar a los resultados que fueron planteados y no tanto en cuanto a si gastó más o menos. Esto último en términos de servicio a la comunidad y contraprestación por las contribuciones que todos pagamos no tiene mucho sentido.

viernes, 2 de marzo de 2012

Responsabilidad Social

Hoy el verdadero enfoque en los planes estratégicos de las empresas se llama "sustentabilidad".
Este término que hoy pretende presentársenos como novedoso, acuñado en las aulas de Harvard a finales de los 80´s, ha sido incorporado con definiciones más o menos enfocadas en distintas legislaciones, normas oficiales y procesos de negocio, así como en sistemas de evaluación de gestión y desempeño de muy diversas fuentes y formas.
En esencia, lo que se pretende es dejar muy en claro que el éxito de los negocios que se convierten en verdaderas empresas no es solo el de maximizar la rentabilidad del capital, sino adicionar el sostenimiento de medidas que le permitan a un ente económico perdurar, a través de la armonización e interacción con los demás factores naturales, económicos y sociales que le rodean.
Básicamente, la "sustentabilidad" como indicador máximo de éxito, busca que la entidad económica se convierta en factor de cambio en el entorno ecológico, económico y social en el que se desenvuelve y de ahí, cumpla con la vocación personal (física o jurídicamente) de contribuir al desarrollo de una comunidad.
Por supuesto, no hay responsabilidad social si no hay rentabilidad del capital, pues una empresa que no tiene utilidades o genera beneficios no puede cumplir con ninguna responsabilidad en tanto que está condenada a no subsistir en el tiempo; pero sólo será sustentable en tanto entienda que si bien debe estar preparada para la competencia y la calidad, su desarrollo no puede ser a costa de atropellar otros intereses afines como el de los trabajadores o la fuerza laboral, la contribución a un estado fuerte y eficaz, su entorno ecológico, ética en los negocios, etc.
Es en este contexto en que se inscriben los esfuerzos de medición oficial para establecer si una entidad económica es "socialmente responsable" como principal medida de sustentabilidad.
Sabemos que en nuestro país ha sido a través del Centro Mexicano para la Filantropía (CEMEFI) que se han dado los primeros pasos hacia la valoración de mediciones que permitan evaluar factores de responsabilidad social. Este esfuerzo inició prácticamente con nuestro actual siglo, y permite por ahora entregar a quién cumple con la parametrización base, un distintivo RSE.
Sin embargo existe camino adicional para profesionalizar con mayor detalle y medir con indicadores de mayor alcance la incorporación a prácticas de responsabilidad social que abracen el actuar de todas las entidades mexicanas.
En este camino, México a avanzado también al establecer la norma mexicana de responsabilidad social MX-SAST-004-IMNC-2004, que marca las directrices para la implementación de un sistema de gestión más amplio hacia esta responsabilidad social integral, pero esta norma no ha sido difundida lo suficiente para poder ser seguida en lo general.
Para cerrar el círculo y estimular nuestro interés hacia estos temas, es importante conocer que la Organización Internacional para la Estandarización (ISO) presentó a finales del año pasado su serie ISO 26000 para enfocar la medición de la responsabilidad social. El desarrollo de esta norma poco a poco permitirá avanzar hacia la adopción de estándares que midan la eficiencia de prácticas de responsabilidad social adoptando medidas y definiciones universales sobre este concepto.
El camino ya está en marcha y más allá de preocuparnos por obtener un distintivo o una "medallita", debemos revisar en nuestros planes empresariales estratégicos, si nos acercamos en nuestra operación a darle verdadera "sustentabilidad" a nuestros negocios, o si simplemente buscamos una utilidad mayor. OJO! no se trata de un tema de filantropía o buena voluntad, en realidad está en juego el futuro de las organizaciones.....